La cirrosis hepática es una afección en la que el tejido cicatrizado gradualmente reemplaza a las células hepáticas sanas.

Es una enfermedad progresiva, que se desarrolla lentamente durante muchos años. Si se permite que esta afección continúe, la acumulación de tejido cicatricial puede, eventualmente, detener la función hepática.

Para que se desarrolle cirrosis, es necesario que ocurra un daño continuo a largo plazo en el hígado. Cuando el tejido hepático se destruye y es reemplazado por tejido cicatricial, la afección se vuelve seria porque puede empezar a bloquear el flujo de la sangre a través del hígado.

Este artículo de MNT Knowledge Center explica los síntomas, causas y tratamientos de la cirrosis hepática, incluyendo información sobre las complicaciones.

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Uno de los principales métodos de diagnóstico es a través de un análisis de sangre.

Los síntomas no son comunes durante las etapas tempranas de la cirrosis.

Sin embargo, conforme el tejido cicatricial se acumula, la capacidad del hígado de funcionar apropiadamente disminuye. Pueden aparecer los siguientes signos y síntomas:

  • los vasos capilares sanguíneos se hacen visibles en la piel de la parte superior del abdomen
  • fatiga
  • insomnio
  • picazón en la piel
  • pérdida de apetito
  • pérdida de peso corporal
  • náuseas
  • dolor o sensibilidad en el área donde se encuentra el hígado
  • palmas de las manos rojas o con manchas
  • debilidad

Los siguientes signos y síntomas pueden aparecer cuando la cirrosis hepática avanza:

  • ritmo cardíaco acelerado
  • cambios en la personalidad
  • sangrado en las encías
  • pérdida de masa en el cuerpo y en la parte superior de los brazos
  • dificultades para procesar fármacos y alcohol
  • confusión
  • mareos
  • acumulación de líquido en los tobillos, los pies y las piernas, conocida como edema
  • pérdida de cabello
  • mayor susceptibilidad a desarrollar hematomas
  • ictericia o coloración amarillenta de la piel, el blanco de los ojos y la lengua
  • pérdida del deseo sexual
  • problemas de memoria
  • fiebres más frecuentes y aumento de riesgo de infección
  • calambres musculares
  • hemorragias nasales
  • dolor en el hombro derecho
  • disnea
  • heces negras y alquitranadas o muy pálidas
  • orina más oscura
  • vómitos de sangre
  • problemas al caminar y movilizarse

El tejido hepático se reemplaza por tejido cicatricial fibroso. También se pueden formar nódulos regenerativos. Estos son bultos que aparecen cuando el hígado intenta sanar el daño.

Si la cirrosis se diagnostica lo suficientemente temprano, el daño se puede minimizar al tratar la causa subyacente o las diversas complicaciones que surgen.

Tratamiento para la dependencia del alcohol: es importante que el paciente deje de beber si su cirrosis fue causada por el gran consumo de alcohol durante mucho tiempo. En muchos casos, el médico recomendará un programa de tratamiento para tratar la dependencia del alcohol.

Medicamentos: al paciente se le pueden recetar medicamentos para controlar el daño de las células del hígado, causado por la hepatitis B o C.

Controlar la presión en la vena porta: la sangre puede “retroceder” en la vena porta, que suministra sangre al hígado, causando presión arterial alta en esa vena. Usualmente se recetan fármacos para controlar el aumento de la presión en otros vasos sanguíneos. El objetivo es prevenir el sangrado severo. Los signos del sangrado pueden detectarse con una endoscopia.

Si el paciente vomita sangre o defeca heces con sangre, probablemente tenga várices esofágicas. Se requiere atención médica urgente. Los siguientes procedimientos pueden ayudar:

Bandas: se coloca una pequeña banda alrededor de la base de las várices para controlar el sangrado.

Escleroterapia por inyección: después de una endoscopia, se inyecta una sustancia en las várices que provoca la formación de un coágulo de sangre y tejido cicatricial. Esto ayuda a detener el sangrado.

Una sonda Sengstaken-Blakemore con un globo: se coloca un globo al final de la sonda. Si la endoscopia no para el sangrado, se introduce el tubo en la garganta del paciente y en su estómago. Se infla el globo. Esto hace presión en las várices y se detiene el sangrado.

Derivación portosistémica intrahepática transyugular (DPIT): si las terapias mencionadas anteriormente no detienen el sangrado, se pasa un tubo de metal a través del hígado para unirse al portal y las venas hepáticas, creando una nueva ruta para que la sangre fluya. Esto reduce la presión que causaban las várices.

Otras complicaciones se manejan de diferentes maneras:

Infecciones: al paciente se le darán antibióticos por cualquier infección que se pueda presentar.

Detección de cáncer de hígado: los pacientes con cirrosis tienen un riesgo mucho más alto de desarrollar cáncer de hígado. El médico puede recomendar análisis de sangre periódicos y escaneos con imágenes.

Encefalopatía hepática o niveles altos de toxinas en la sangre: los fármacos pueden ayudar a tratar el nivel excesivo de toxinas en la sangre.

En ocasiones, el daño causado por la cirrosis cubre la mayor parte del hígado y es irreversible. En estos casos, la persona puede necesitar un nuevo hígado trasplantado. Puede tomar tiempo encontrar a un donante adecuado y este procedimiento solo se recomienda como último recurso.

La tasa de supervivencia de una persona con cirrosis hepática depende de la gravedad de la cicatrización.

Un estudio de seguimiento de 15 años a 100 personas con cirrosis alcohólica severa, en Noruega, mostró que el 71% de las personas estudiadas habían muerto dentro de los 5 años posteriores al diagnóstico. La tasa de mortalidad 15 años después del diagnóstico fue de 90%.

El consumo continuo de alcohol y la edad avanzada se relacionaron con una mayor tasa de mortalidad en personas con cirrosis.

Este es un estudio limitado, pero muestra que la cirrosis es una afección grave que reduce severamente la esperanza de vida y perjudica la calidad de vida.

La cirrosis es responsable de 12 muertes por cada 100,000 personas en Estados Unidos.

La cirrosis se califica en una escala llamada Child-Pugh de la siguiente manera:

  • A: Relativamente leve
  • B: Moderada
  • C: Grave

Los médicos también clasifican la cirrosis como compensada o descompensada. La cirrosis compensada significa que el hígado puede funcionar normalmente a pesar del daño. Un hígado con cirrosis descompensada no puede realizar sus funciones correctamente y generalmente causa síntomas graves.

Más que verse como una afección con varias etapas, la cirrosis a menudo es vista como una etapa final de la enfermedad hepática.

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Beber en exceso con frecuencia es una causa de cirrosis.

Las causas comunes de la cirrosis son:

  • abuso de bebidas alcohólicas a largo plazo
  • infección por hepatitis B y C
  • enfermedad del hígado graso
  • metales tóxicos
  • enfermedades genéticas

Se dice que las hepatitis B y C juntas son las principales causas de la cirrosis. Otras causas incluyen:

Beber alcohol en exceso y con regularidad

Las toxinas, incluyendo el alcohol, son descompuestas por el hígado. Sin embargo, si la cantidad de alcohol es muy alta, el hígado trabajará de más y las células hepáticas eventualmente se dañarán.

Quienes beben en exceso, regularmente y a largo plazo son mucho más propensos a desarrollar cirrosis, en comparación con otras personas sanas. Por lo general, el consumo excesivo de alcohol debe mantenerse durante al menos 10 años para que se desarrolle la cirrosis.

Generalmente hay tres etapas de enfermedad hepática inducidas por el alcohol:

  1. Hígado graso: esto implica una acumulación de grasa en el hígado.
  2. Hepatitis alcohólica: esta ocurre cuando las células del hígado se hinchan.
  3. Aproximadamente del 10% al 15% de los bebedores excesivos desarrollarán cirrosis en el futuro.

Hepatitis

La hepatitis C, una infección transmitida por la sangre, puede dañar el hígado y eventualmente conducir a la cirrosis. La hepatitis C es una causa común de cirrosis en Europa occidental, América del Norte y muchas otras partes del mundo. La cirrosis también puede ser causada por la hepatitis B y D.

Esteatohepatitis no alcohólica (EHNA)

La EHNA, en sus etapas tempranas, empieza con la acumulación de mucha grasa en el hígado. La grasa causa inflamación y cicatrización, que más tarde puede resultar en cirrosis.

La EHNA puede ocurrir con más probabilidad en personas obesas, pacientes diabéticos, personas con alto nivel de colesterol en la sangre y personas con presión arterial alta.

Hepatitis autoinmune

El propio sistema inmunitario de las personas ataca los órganos sanos en el cuerpo, ya que piensa que son sustancias extrañas. A veces ataca al hígado. Eventualmente el paciente desarrolla cirrosis.

Algunas condiciones genéticas

Existen algunas afecciones hereditarias que pueden provocar cirrosis, estas incluyen:

  • Hemocromatosis: el hierro se acumula en el hígado y otras partes del cuerpo.
  • Enfermedad de Wilson: el cobre se acumula en el hígado y otras partes del cuerpo.

Bloqueo de las vías biliares

Algunas afecciones y enfermedades, como cáncer de las vías biliares o cáncer de páncreas, pueden bloquear las vías biliares, incrementando el riesgo de cirrosis.

Síndrome de Budd-Chiari

Esta afección hace que se formen coágulos de sangre en la vena hepática, el vaso sanguíneo que transporta la sangre desde el hígado. Esto lleva al agrandamiento del hígado y al desarrollo de vasos colaterales.

Otras enfermedades y afecciones que pueden contribuir a la cirrosis incluyen:

  • fibrosis quística
  • colangitis esclerosante primaria, o endurecimiento y cicatrización de los conductos biliares
  • galactosemia o incapacidad para procesar las azúcares de la leche
  • esquistosomiasis, una enfermedad causada por parásitos que se encuentran comúnmente en algunos países en vías de desarrollo
  • atresia biliar o conductos biliares mal formados en bebés
  • enfermedad de almacenamiento de glucógeno o problemas en el almacenamiento y liberación de energía vitales para la función celular

La cirrosis puede causar otras afecciones, algunas de las cuales son potencialmente mortales. Estas incluyen:

Ascitis o edema: la ascitis es una acumulación de líquido en el abdomen y el edema es una acumulación de líquido en las piernas. Se pueden tratar con una dieta baja en sal y diuréticos. En casos severos, el líquido puede que deba ser drenado varias veces. A veces es necesaria una cirugía.

Varices e hipertensión portal: estas son venas grandes e inflamadas en el esófago y el estómago. Pueden aumentar la presión en un vaso sanguíneo llamado vena porta que transporta la sangre desde el bazo y el intestino hasta el hígado. Las várices pueden romperse, causando graves pérdidas de sangre y coágulos.

Encefalopatía hepática: esta se refiere a altos niveles de toxinas en la sangre, que el hígado ya no las puede filtrar con éxito.

Carcinoma hepatocelular: este es el tipo más común de cáncer de hígado. Es la tercera causa principal de mortalidad por cáncer en todo el mundo

Síndrome hepatopulmonar (SHP): los médicos definen el SHP como una combinación de enfermedad hepática, vasos sanguíneos dilatados en los pulmones y anormalidades en el intercambio de gases. Está relacionado con un aumento en la tasa de mortalidad de las personas que esperan un trasplante de hígado.

Trastornos de la coagulación: la cirrosis puede causar problemas con la coagulación de la sangre y provocar hemorragias y coágulos potencialmente mortales.

Mantenerse dentro de los límites de alcohol diarios y semanales sugeridos es muy recomendable para evitar la cirrosis. Consulta la siguiente información de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés) sobre beber con moderación.

Las personas que tienen cirrosis deben evitar el alcohol por completo. El alcohol acelera el progreso de la enfermedad.

Para evitar contraer hepatitis B y C, asegúrate de tomar las siguientes precauciones:

  • usa un condón al momento de tener sexo
  • no compartas agujas al inyectarte drogas
  • las personas en riesgo de infectarse con hepatitis B, como los trabajadores de la salud, los trabajadores sociales y el personal de la policía, pueden vacunarse

Como la cirrosis no puede revertirse o repararse una vez que alcanza una determinada etapa, a menudo, la prevención se considera la mejor forma de tratamiento.

Lee el artículo en inglés.